domingo, 13 de octubre de 2013

La cárcel del siglo XIX vista por dos presos.

En la actualidad, encontrándonos en los albores del siglo XXI, en no pocos países existen cárceles en donde el hacinamiento, la suciedad y la dejadez por parte de la administración encargada de su gestión y cuidados es una realidad que, con sus más y sus menos, se nos da a conocer en los diferentes medios de comunicación.

Estos mismos problemas de insalubridad y dejadez por parte de la administración encargada de su mantenimiento eran expuestos por dos reos de la Cárcel Real de Villar del Rey (Badajoz) hace más de un siglo. José Durán del Manzano y Rosendo Hernández, los reos en cuestión, se dirigían a la Real Audiencia de Extremadura para solicitar mejoras en su habitáculo. 

 Encabezado de la carta. Papel timbrado con el sello de pobres.


Las malas condiciones de higiene y el calor del verano pacense también están presentes en la misiva dirigida por los reos en septiembre de 1833, aún reinando Fernando VII, la cual decía así:


Escelentisimo Señor.

Jose Duran del Manzano y Rosendo Hernández, presos en la Real Carcel de esta villa de Villar del Rey por resultas de la muerte de Manuel Rubio en la misma, ante V[uestra] E[xcelencia] y con el debido respeto decimos: que es tanta la dejadez que esta Justicia en parte del aseo de la prisión donde estamos, que a pesar de no haber en ella vispote, cubo ni común donde hacer nuestras necesidades se pasan los diez, doce y más días sin limpiarla por alguna dejadez. Estamos cubiertos de chinches y gusanos que cria la inmundicia y son tanto que no solo en la cama los tenemos, sino también en la comida los hallamos diferentes veces. Yo, José Durán, con los malos olores y demasiada laceria he encontrado unas fuertes calenturas y fastidio tan grande que no hay fuerzas humanas a tomar el menor alimento, y creo si V[uestra] E[xcelencia] no toma algun gobierno sobre el particular que llegare a perder la vida; mas sucede y es, que la rasura me la hacían dos veces en la semana y tampoco he logrado esa gracia porque hoy hace diez y ocho días que no me afeitan; mas aunque todo esto lo estamos pidiendo todos los días a la Justicia, no hay fuerzas humanas a conseguirlo, que nos responden que tienen otros que[h]aceres a que atender y no pueden atender a limpiarlo. No se persuada V[uestra] E[xcelencia] que porque hacemos nuestras necesidades en la pieza donde estamos sea de grande cabida, porque es una pieza de cuatro varas y cuartas de largo y tres varas no cabales de ancho, no tan solo estamos nosotros en el rincon, sino también todos los presos que por aquí pasan con cuya ocurrencia se aumenta mas la inmundicia. El suelo de referida pieza es de una pizarra viva en el que hay hoyos que se pueden enterrar hombres, el cual con muy poco lo podían picar y allanar y también calafetear las paredes y evitarnos las chinches.

A V[uestra] E[xcelencia] prendidamente suplicamos se digne compadecerse de esta infelicidad, que además de ser bastante nocivo para nosotros también lo es para todo el pueblo pues sale un olor por la ventana capaz de contagiar toda esta poblacion. Tambien tiene dicha pieza una ventana de cinco cuartas de alto y cuatro de ancho la que nos tienen sin puerta y cae al poniente por la que nos entra tanto calor que no podemos parar. Cuya gracia deseamos alcanzar de V[uestra] E[xcelencia].

Villar del Rey, 12 de septiembre de 1833.”
La Real Audiencia de Extremadura, teniendo por cierto lo que se expresaba en la carta aquí mostrada, instó a la Justicia de Villar del Rey a procurar el “aseo y limpieza de la  cárcel, dando a los reos las horas de ventilación que sean compatibles con su seguridad”.

Fuente del documento: Archivo Histórico Provincial de Cáceres, fondo de la Real Audiencia.

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